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EL ANIVERSARIO

escrituraupmijas

Actualizado: 10 ene 2021

Se mudaron muchas veces de un lugar a otro hasta que …definitivamente se asentaron en esta coqueta colonia de pareados que colmaba sus aspiraciones y era lo mejor que se podían permitir. Era una pequeña casita de dos alturas adosada con uno de sus muros a otra exactamente igual y con un pequeño jardín donde cabía una barbacoa, una mesa con sus sillas, un columpio y poco más.

A Olga parecía gustarle, sobre todo porque la había escogido ella tras visitar innumerables inmobiliarias. A mí me gustó desde el principio, todas me gustaban, sobre todo las que no entraban dentro de nuestro presupuesto, pero esta contaba con un sótano en el que podría tener un pequeño taller con todas mis herramientas para satisfacer mis aficiones “bricolageras”. Un dormitorio para cada niño, dos cuartos de baño, uno arriba y otro abajo, y un salón amplio y luminoso. La cocina tenía su entrada también desde el exterior por un patinillo que había en la parte de atrás.

La casa tenía muy buena pinta, tan buena que me permitía enseñársela a mis suegros,siempre tan envarados ellos, y con un pelín de soberbia pasarles por la cara que ese marido que antaño se había buscado Olga tan poco prometedor, había encontrado una casa decorosa donde echar raíces y dejar de ser la familia errante que siempre me habían recriminado.

Lo cierto es que las cosas nos empezaban a ir mejor desde que vivíamos en ella, mi trabajo empezaba a dar el resultado apetecido y nos encaminábamos a ser lo que mis suegros llaman ”gente de un buen pasar”.

No pude, sin embargo, evitar que dejaran en la casa su impronta en la decoración y dotación en el asunto religioso, en el que hacía mucho hincapié Sor Inés, hermana mayor de mi suegra con quien convivía y sobre la que tenía mucha influencia. Un par de Sagrados Corazones que bendecían los rincones, y un crucifijo heredado encabezando “el tálamo matrimonial”.Olga no es así y normalmente lleva con buen humor la beatonería de su familia.

Ese día en que cambió todo era nuestro aniversario de boda, diez años cumplíamos y yo pensaba en una celebración especial para ello. Acordamos que Teresita y Ramón se quedasen a dormir con los abuelos y así tener toda la noche la casa para nosotros. Volví del trabajo mientras imaginaba cómo iba a desarrollar la inmensa payasada con la que la quería sorprender y poner en buena disposición a Olga para el resto de la velada. Entré por la cocina, subí la escalera, me introduje en el dormitorio y saqué el contenido del paquete que había comprado días atrás y tenía escondido en un rincón del armario, y me lo puse.

Ante el espejo el espectáculo era magnífico… Yo estoy un poco pasado de peso, pero desnudo y con el tanga imitando la piel de leopardo, la capa de Supermán, el antifaz y la boina, me costó trabajo contener la risa, así de ganso soy… de modo que aprovechando el momento de euforia bajé corriendo las escaleras imitando el grito de Tarzán. Aparecí de esta guisa en el salón donde antes había oído la voz de Olga, pero… allí también estaban mi suegra, mi suegro, la tía monja y también los niños.

Después de un silencio sepulcral se oyó: «A Teresita se le ha descompuesto el vientre y tiene unas decimillas, por eso la hemos traído».

Joaquín

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