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EL DESTINO

escrituraupmijas

Se mudaron muchas veces de un lugar a otro hasta que un día se dieron cuenta que no valía la pena seguir huyendo de su pasado. Olga sabía que esto podría ocurrir, más tarde o más temprano, su hijo le haría preguntas, por lo que ocurrió.

No se dio cuenta hasta que un día en un parque de atracciones entraron a unos túneles donde había espejos por todos lados, su hijo Rubén se despistó giro a la derecha y ¡¡Zás!! desapareció como por arte de magia. Olga no sabía dónde estaba, el corazón le comenzó a latir muy rápido, tan rápido que casi se le sale por la boca. Fue llamando a los que asomaban por la entrada para que la ayudaran a buscarlo

—¿Dónde estás? ¡¡RUBEN!! ¡¡RUBEN!!

No contestaba nadie.

Llamaron a la policía y esta comenzó una búsqueda con los vecinos del pueblo. El parque de atracciones, como antaño, se solía instalar en un espacio donde a su alrededor ascendían unos abetos altos con un ramaje frondoso que impedían ver su final, se llamaba “El Parque Errante”, ya que, al que entraba le resultaba muy difícil salir.

Los “ pikoletos ” empezarón a decir a las personas que no se alejasen, que con un metro era suficiente para ir avanzando por el parque. Las voces se oían una detrás de otra, llamando al niño.

Fue cuando uno de ellos, con un perro adiestrado, encontró el calcetín del pequeño. Este había estado dando vueltas sin encontrar la salida, no sabía que el hombre que le había ofrecido una nube de algodón tenía otra intención.

—¡Ven nene! Que te voy a comprar una nube especial de las que aún nadie ha probado, está hecha de chocolate y trozos de fresas, viene de un país que es difícil de decir.

El niño sin pensarlo se acercó hacia él, no creía que le fuera a hacer nada malo.

En ese momento le tapó la boca, lo cogió en volandas y salió corriendo detrás de unos árboles.

Cuando estuvo seguro de que nadie los podría ver, le soltó la mano de la boca.

—No te preocupes, no te voy a hacer nada, solo quería verte. Aún no me conoces, pero soy una persona importante en tu vida. Yo también me llamo Rubén, como tú. Hace tiempo que éramos una familia. Te dejaré aquí para que te encuentren, recuerda decirle a tu madre que cuando quieras puedes verme.

La policía encontró al pequeño sentado en una roca.

Olga se llevó una alegría al verlo.

—¡Mamá, mamá! Un hombre que dice que era familia mía me llevó, me dijo que te recordará que lo podría ver cuando quisiera.

A Olga le cambió la cara, frunciendo el ceño y abrazando al pequeño.

Desde entonces iban de pueblo en pueblo, no quería permanecer mucho tiempo. Cuando conseguían acomodarse le volvía el recuerdo de lo que ocurrió. Recogía sus cosas a toda prisa, como si los fantasmas del pasado la persiguierán. Salía corriendo.

Un día ella se dio cuenta de que su hijo ya era lo suficiente mayor para no seguir

huyendo. Lo mejor sería afrontar lo que el destino le había preparado. Conocer a la persona que haría que sus miedos desaparecieran, el hombre que le daría paz para poder afrontar el futuro. Raúl también sabía que era ella en cuanto la miró a los ojos. Su complicidad no necesitaba palabras.

Ya no volvería a tener miedo.


L.M.

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