Pintor: José Antonio Ruiz
Escritoras: Margarita de Mello y Reyes Serralvo
Este cuadro tuvo un fin diferente que los demás. Si recordáis, queridos fans, uno de los proyectos de nuestro Laboratorio de escritura fueron las leyendas, ¿puede existir mejor combinación que leyenda, pintura y escritura? ¿Puede existir algo mejor que cinco cerebros maquinando historias? A continuación, encontraréis una pequeña selección basada en el cuadro que gira entorno a la leyenda japonesa del hilo rojo.
Desde que tiene uso de razón recuerda haber sentido ese malestar, esa punzada interior que le hacía no estar satisfecho con nada. No es que fuera infeliz o estuviera siempre malhumorado, no. Era algo así como saberse incompleto, sospechar que en alguna parte del mundo existía alguien muy especial que lo entendería sin palabras, sin preguntas; alguien tan especial que le bastaría con rozar sus manos para sentir la paz ansiada, un alma gemela que diera fin a su inquietud y sentido a su vida.
Una vez, ya en la adolescencia, tuvo un sueño muy extraño que le llenó de desasosiego. Soñó que su corazón bombeaba sangre con tal fuerza que le parecía tener un río palpitante corriendo por sus venas, al llegar a su mano izquierda ese río se prolongaba más allá, por el aire, en forma de hilo rojo que se perdía en el horizonte. Sintió después que el hilo se tensaba y tiraba imperiosamente de él. Quería seguirlo, deseaba dejarse llevar. Pero al hacerlo sus amigos, sus padres, su casa, todo se iba quedando atrás, se difuminaba en una neblina como de película de misterio. Entonces le invadió una sensación de pérdida y se despertó inquieto, con el corazón latiendo desbocado y un sabor amargo en la boca. El sueño se repitió varias veces, pero siempre se despertaba ante la angustia de perder todo lo que más quería.
En su juventud viajó mucho. Conoció a una chica maravillosa que le contagió su optimismo y le deslumbró con su cuerpo joven y sabio a la vez. Era una artista que pintaba y amaba con la misma pasión. Durante un año olvidó su malestar y creyó que esa mujer era su alma gemela. Sin embargo, un día, sin más, volvió a sentir la punzada interior, la antigua desazón y supo que todo lo vivido con ella no había sido más que un espejismo, una tregua. Aquella noche hicieron el amor con ternura, con pasión, con empeño, con desesperación, con la desesperación del que sabe que tiene que partir.
¡Hoy, sin ningún motivo aparente, ha vuelto a pensar en ella después de tantos años!
Al poco de dejarla volvió a Madrid y se instaló en un pequeño piso de alquiler. Trabajó mucho y diez años después conoció a María. Los presentó un amigo común. Empezaron a salir y una cosa llevó a la otra. Luego se fueron a vivir juntos porque era lo que se esperaba de ellos. Cuando se vio con una mujer y un hijo creyó sinceramente que la vida era eso. No estaba seguro de ser completamente feliz, pero sabía que debía estar agradecido por todo lo que tenía. Su malestar estaba ahí, pero adormecido, apaciguado por el correr de los días. Cuando María enfermó y murió una parte de su corazón murió con ella.
Esta tarde está nostálgico. Desde la ventana mira al jardín de enfrente, donde los niños juegan y gritan. En María sí que piensa muchas veces al ver a las madres con sus hijos en el parque o cuando se da la vuelta en la cama para descubrir que la parte derecha está vacía y fría. Piensa en ella con añoranza y gratitud. Pero ya no hay dolor.
Esta mañana vino por primera vez la chica de asistencia a domicilio. Su hijo solicitó el servicio hace meses y, por fin, ya tiene a una persona asignada. Al verla le pareció muy joven e inexperta. Luego cambió de opinión porque dieron un paseo agradable y ella se interesó por su salud de forma profesional. De algún modo es una chica muy especial. Cuando le dijo que se llamaba Oxana, algo hizo ‘click’ en su interior, y aún no sabe por qué. Le dijo que el nombre se lo habían puesto por su abuela. El caso es que lleva toda la tarde nostálgico y alegre a la vez.
Oxana se está haciendo un hueco en su corazón ¡es un verdadero encanto de chica! Comparte con él el gusto por las novelas y la poesía. Le ha dicho que su abuela usaba pequeñas libretitas en las que escribía poemas y textos. Ella guarda esos cuadernos con mucho cariño. Ha prometido leerle y traducirle alguno de esos poemas escritos en serbio, su lengua natal.
Piensa que el serbio debe ser un idioma muy difícil. Aun así, le ha pedido que antes de traducirlos le lea los poemas en su lengua original por eso de la musicalidad de las palabras. Fue empezar a leer y sentir que lo entiende todo y que esa mujer le está hablando directamente al corazón: dice cosas sobre los campos verdes, la soledad de las montañas, el frío invierno, la lluvia y el cálido sol de primavera cuando todo florece. Pero cuando las dice le habla solo a él y, además, le hable de sentimientos que solo él puede entender y sentir porque de algún modo están en él, ya los ha vivido antes. Le pide a Oxana que no traduzca nada, sino que siga leyendo despacio en ese idioma tan bello que acaricia sus oídos y su alma. Entonces, el poemario se vuelve más intimista porque a pesar de tener el amor de un hombre y de unos hijos aquella mujer seguía sintiendo como un vacío –el mismo vacío que él. Después de tantos años todavía tenía la esperanza de encontrar esa alma gemela que la esperaba más allá del espacio y del tiempo.
Esta noche se ha acostado tarde y muy alterado, con el corazón sobrecogido por los versos de Oxana. Y vuelve a tener aquel sueño inquietante de su juventud. Pero ahora cuando el hilo rojo se tensa y tira de él, gira su rostro para comprender que durante su larga vida ya se ha ido desprendiendo de todo lo que antes le retenía: amigos, padres, su casa de la infancia, su amor de juventud, María... todo quedó atrás hace mucho. Entonces, sin dolor, sin angustia, sin miedo, se deja llevar y descubre que del otro lado Oxana le espera sonriente, con los brazos abiertos.
REYES SERRALVO
EL HILO ROJO
Imperceptible por el aire
apenas un reflejo efímero, fugaz
el ansia que me empuja.
Salir de mí hacia la nada,
vuelto en hilo rojo que se tensa.
Más allá del tiempo y del espacio
mi otro yo.
Y yo, tu otro tú,
aquí varado entre los días.
Mientras,
al fin de este hilo vital y rojo
que nos une,
tú, llena de paz,
mirando sabiamente el horizonte,
esperando mi inevitable llegada.
REYES SERRALVO
DE EXTREMO A EXTREMO
Se había deslizado durante dos horas sobre sus patines.Era por esos tiempos una de las actividades que más feliz lo hacían.
—¡Mamá! ¿ Ha llegado papá desde Roncesvalles?
—No Pablo, aún no ha regresado y avisó que hoy tardaría un par de horas. También dijo que se daría una ducha al llegar y que mientras cenábamos tendría muchascosas que contarnos.
—Uyyyy, será emocionante, tengo muchas ganas de verle. En lugar de estar ya habituado, parece que cada día, más le echo de menos. Si yo tuviera una hermana como siempre me ha gustado, pienso que esta ausencia de él la llevaríamos mucho mejor con mamá. Iría a patinar conmigo o le enseñaría a hacerlo; nos meteríamos los tres a la cocina con mamá a hacer ricos pasteles y a veces,hasta me ayudaría a doblar mi ropa que me aburre mucho.
Mientras comienza a aguardar la llegada del padre, Pablo se detiene ni bien entra en su habitación y descansa la mirada en sus manos, con sutiles movimientos de sus dedos, con la postura del “analista” como era identificadopor sus padres. Así pasa siempre largo rato alimentando un juego misterioso, centrándose siempre al final en su mano derecha. Lo hace cual si una araña invisible estuviera tejiendo hacia lo alto y él le hiciera un seguimiento con su mirada perdida hasta el techo y más allá.
Era una pareja, que a sabiendas que de forma natural no podrían tener hijos, lo habían adoptado desde muy pequeño. Le habían retirado en ese entonces su custodia a los padres biológicos, tras comprobar que lo tenían en un estado de abandono. Ambos estaban enganchados al mundo de la drogadicción. La última información recibida por los padres adoptivos había sido que su niño estabahuérfano de padre y madre. Sucedió que en diferentes años desde que tenían a Pablo, aquellos habían fallecido en situaciones de sobredosis, sin que los tratamientos de recuperación hubieran dado resultado en ninguno de los dos casos.
Inés tenía ocho años. Nació en una casa de acogida en laque estaba con su madre. Cuando cumplió dos años, había sido separada de ella, a la que apenas vagamente recordaba, para ingresar en un orfanato. Su vida allí se hizo muy dura. Comenzó a no querer hablar con nadie, ni siquiera con sus propios compañeritos de habitación que a veces se contaban sus secretos antes de ir a dormir. Empezó a rechazar las comidas y cuando le informaron ala directora del centro, ésta se propuso tomar cartas en el asunto. La obligaba a comer por la fuerza y cuando vomitaba le exigía que realizara gran parte del fregado diario en la cocina. Ella miraba siempre sus manos pequeñas corrugadas por el agua caliente, cuando terminaba de hacer la tarea impuesta por aquella mujer tan mala. Le daba gracias a la virgencita porque no le metieran la cabeza en el agua fría del gran barreño, como lo hacían con algunos de sus compañeros mayores cuando se portaban mal. A sus manitas, les tenía adoración al igual que Pablo el niño que vivía allá en otro pueblo lejano. Pasaba largos ratos dedicándoles su mirada bondadosa y haciendo que sus dedos al moverse emitieran un lenguaje imaginario del que ella disfrutaba.
El padre adoptivo de Pablo, en el afán de mejorar sus ingresos y como un mérito profesional en la labor dePsicólogo y Asistente Social, se había trasladado a trabajar en Roncesvalles, un pueblo a tres horas del que residían. Por ello debía pernoctar allí durante la semana para regresar con su familia al final de ésta. Hizo su ascensodesde los cargos que venía desarrollando hacía ya muchos años en el lugar de residencia. Desde que ambos padreshabían adoptado a su niño, la meta más clara de sus vidas era darle todo lo que necesitaba para crecer bien, ser saludable y cultivar su inteligencia a fin de que pudiera abrirse camino en la vida.
Un buen día, para alegría de Inés, allá en el hospicio en el que residía, empezaron a hacerse frecuentes las largas ausencias de la maldita directora y los crueles castigos eran cada vez menos para todos. Llegó un momento en que una severa noticia irrumpió en el centro y era que, a raíz de una denuncia policial, la mujer que regentaba allíhabía entrado en prisión. Luego, vino un período incierto en que las cosas se hacían como se podían, hasta quenombraron el nuevo Rector.
Es así como el padre de Pablo fue el que se hizo cargo de aquella casa para niños huérfanos. Dejó entrever desde el principio su virtud de hombre comprensivo. Es por ello,que muy pronto reparó en Inés con su actitud solitaria,silenciosa, cabizbaja cuando alguien se le acercaba y excesivamente cargada de timidez. De ahí comenzó a dedicarle especial atención, buscándola en la multitud que constituía aquel hospicio, para ayudar a que creciera su confianza en sí misma, sus demostraciones de alegría y de amor hacia los seres que la rodeaban. Más de una ocasiónla encontró entretenida y extasiada con sus manos, lo que le hacía recordar al pequeño analista que decía tener en su casa. Ella por su parte comenzó a ser cada vez más demostrativa y charlatana.
Poco a poco el clima había ido cambiado en aquel orfanato cuando se acercó la víspera de los Reyes Magos. Fue así que el director recibió de manos una secretaria, la lista completa con el nombre de todos los niños del centro según sus edades. Cuando llegó a la clasificación de los juguetes del grupo que incluía a Inés, el apellido único que completaba su identidad, hizo relampaguear su mirada, intuyó algo que le parecía familiar y que le creaba dudas.Continuando su tarea junto a todos sus ayudantes, de pronto, aquél llamado de atención momentáneo lo sacó de allí. Se fue en la búsqueda de todos los legajos con más datos de los niños, para hacerse así con los que existían de Inés ya que en él había estallado una alarma.
Después de un largo rato, indagando en aquel registro un poco caótico, el hombre encontró una foja no muy completa pero que identificaba mejor a Inés. Encontró exactamente su edad, que figuraba como hija de padre desconocido y fecha en que había ingresado al Centro, al fallecimiento de su madre. Rápidamente telefoneó a su esposa para que observara los folios que guardaban conlos antecedentes de Pablo y sus progenitores. Que tomara nota de los apellidos de su madre, lugar y fecha de nacimiento. Junto a ello, le transmitió también el secreto de la gran duda que por entonces le había surgido. Lo cierto era que ellos nunca se habían enterado, si la madre de Pablo habría tenido algún otro hijo o hija después de él. ¿Sería posible tal vez, que Pablo e Inés fueran hijos de la misma madre? ¡Cómo había añorado Pablo tener una hermana, desde hacía tanto tiempo! No podían sin embargo hacerse ilusiones, ya que carecían de momento,de muchos datos completos de los antecedentes de la niñay los de su madre biológica, para poder asegurar una cosa así. Muchas veces hay personas con el mismo nombre y apellido que tienen diferente ascendencia, pensaron de momento. Faltaban aún muchos datos para una identificación acabada de Inés.
Ese había sido un fin de semana, en que el padre había ido al reencuentro con su familia, con una mochila cargada de dudas y secretos que solo las podía compartir con su esposa. En lo que hubo del viernes, más el sábado y el domingo, vivieron los dos un murmullo de arreboles en sus almas y en todo su ser. Era aún muy pronto para poder compartirlo con su hijo. Deberían despejar urgentementedesde el inicio de la semana siguiente, esa incertidumbre con incógnitas y esperanzas que habían golpeado fuertemente en sus cabezas.
Se supo entonces, a partir de las nuevas investigaciones, que la madre de Inés era una mujer viuda, que había pedido acogida en una casa de asistencia social. Estaba por entonces a punto de dar a luz a la niña que llevaba en su vientre y no podía trabajar para pagarse un techo para ambas y solventar la alimentación. Después de transcurrir un año internadas en ese centro, ella debía comenzar a buscar trabajo. Sucedió a partir de ahí, que había empezado a desaparecer por muchas horas y días y no precisamente para buscar el trabajo que la haría salir adelante con su niña. Había vuelto a las andanzas de su antigua drogodependencia. Dos años después habíaaparecido muerta y resultó que fuera identificada como la mismísima madre de Pablo.
Por su parte Inés en el orfanato, con su creciente charlatanería, había podido contar una historia de su vidala cual sus compañeros no recordaban o no la sabían. Relató que hacía mucho tiempo había llegado preguntando por ella, una viejecita de cabellos muy blancos que caminaba con un bastón y que había dicho que era la abuela de su madre. Le comentó que hacía mucho tiempo la estaba buscando, al igual que a su hermanito, el que parecía que se había “desaparecido del mapa”. Estaba muy feliz de haberla encontrado y le dio muchos abrazos y besos que la hicieron muy feliz a ella también. Le dijo que había querido mucho, mucho a su mamá, que había sido su única nieta y a la que nunca más vio. Como ya se había enterado que había fallecido, entonces ella iba a morir feliz porque a cambio, había encontrado a su bisnieta Inés. Repetía una y otra vez su nombre y le decía que era para no olvidarse. Esa fue la única vez, comentó Inés, que me dieron abrazos y besos. También me dijo que tengo un hermano y yo quiero encontrarlo, si no se ha muerto, porque todos se mueren en mi vida. Cuando hablo con la virgencita le pido que me ayude a ver si un día aparece o si está en el cielo, que lo cuide.
Cuando aquel jovencito ya con trece años cumplidos, recibió la noticia que traía su padre esa noche,tras saltos de alegría, pidió ser él mismo quien fuera al encuentro de su hermana para celebrar el descubrimiento.Confesó además a sus padres, que permanentemente había sentido, que ella estaba en algún sitio del universo, pues,cuando miraba desde sus manos al firmamento, había un hilo rojo que se extendía, regresando a la tierra para tocar algo que él no alcanzaba a ver. Entonces era ella, allí donde estuviese a la que llegaba su hilo rojo de la vida.
El padre y la madre de Pablo, decidieron adoptar a Inés y darle un hogar junto a su hermano. Lo harían además trasladándose a vivir a Roncesvalles, donde tendrían más tiempo juntos para encaminar y acompañardesde ahora a sus dos hijos.
El padre comprendió entonces, que sin saberlo, el universo lo había puesto a él en el trayecto del hilo rojo que unía la vida de aquellos dos niños. Que su joven “analista,” empezaría a vivir una historia importante junto la niñita de las manos “mágicas,” la que hubo encontrado un día en el orfanato. Se había propiciado de este modo,una hermandad que perduraría hasta la muerte y más allá.
MARGARITA DE MELLO
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