Recordaba que era una época de sequía y que cada día era igual que el anterior. Para Helen la monotonía se multiplicaba sin poder detenerla. En su pensamiento no paraba de imaginar en cambiar de lugar donde empezar una nueva vida y dejar atrás ese lugar. Y dejar atrás ese sitio seco y árido, con sus gentes de mentes cerradas y estrictas convicciones.
Ella soñaba con una isla llamada Holbox que pertenece a México con no más de dos mil habitantes. Allí viviría cerca de la orilla del mar, en una pequeña casa colonial que construiría a semejanza de su boceto que guardaba desde niña. Solo faltaba un pequeño empujoncito, que se lo dio su amiga Carol. Carol y Helen eran amigas desde niñas y podía darse el privilegio de animarla a que cumpliera sus metas.
Quería montar una tienda de regalos para turistas, conocer gente nueva y emprender ese cambio que tanto ansiaba. Tenía que vender sus propiedades, su coche y así empezar de cero. El miedo le hacía dudar, pero tenía que hacerlo con miedo.
Un año después Carol fue a visitar a su amiga Helen a México y comprobó con sus propios ojos todos los sueños cumplidos. Reían a carcajadas recordando el largo recorrido hasta llegar al paraíso.
Salama
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