Escritora: Dunia Hamed
Pintor: Leti Cheminade
Dunia escribió este relato con la intención de que un alumno de pintura realizara la obra gráfica. Aquí podéis ver el resultado de ambos trabajos de libre creación.
«Estas humedades me están matando», se repetía Antonio una y otra vez. Aunque ya hacía más de 10 años que se había reencarnado en un tritón, todavía no se había acostumbrado al ambiente de la charca. Algo totalmente lógico si pensamos que era un hombre que había sido criado en plena serranía cordobesa y que era más bien de secano.
«La culpa de todo la tiene mi sobrino Julián», se lamentaba. «Yo estaba muy a gusto en el pueblo con mis cabras y mis partidas de dominó en el bar del Nemesio y no echaba en falta ninguna
cosa. Sobrino, le dije, a mí no se me ha perdido nada en la costa. Pero él erre que erre ¡Que si en el pueblo hace mucho calor, que si ya es hora que veas mundo, que si para qué tienes el dinero...! Total, que por no escucharle más, porque Julián todo lo que tiene de bueno lo tiene de pesado, le acabe diciendo que sí y me fui con él y su familia aquel verano a Fuengirola.
»Y claro, pasó lo que tenía que pasar. Yo siempre he sido un bocazas, eso lo saben todos en el pueblo. Aunque nunca le falté el respeto a nadie. Pero es que lo que me contaba aquel tipo no había por dónde cogerlo y claro, después de haberme bebido dos ginebras de esas llenas de cosas pues me calenté y me vine arriba. ¡Maldita la hora en que me reí de él y de sus extrañas creencias! ¿Reencarna qué? Le dije con sorna, mientras me llevaba el dedo índice a la sien y lo hacía girar. ¡A ti lo que te pasa es que te aprieta el turbante! Le repetía mientras no dejaba de reírme a mandíbula batiente. Me encontraba tan a gusto que perdí la poca vergüenza que me quedaba y empecé a bailar imitando una cobra mientras el tipejo me miraba echando chispas. El pobre Julián no sabía dónde meterse.
En fin, que no sé si fueron los gin tonic esos, el plato de curry o que yo ya iba descontrolado. El caso es que yendo al baño resbalé y cuando desperté estaba en esta charca rodeado de ranas, con el asco que me dan.
¡Maldita la hora en que abrí la boca!»
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