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MAGIA BAJO TIERRA

escrituraupmijas

Recordaba que era época de sequía y que cada día era igual al anterior mientras colocaba en orden alfabético los libros que acababan de llegar, tal y como me había ordenado Lily. Distraído, solo pensaba en que era un desgraciado adolescente trabajando en pleno verano, aburrido, y con un problema por la falta de agua desde hacía semanas. Y parecía que ese sitio iba a acabar hasta el fin de los tiempos, o tal vez solo fuera mi impaciencia.

La librería donde me hallaba recluido desde bien temprano hasta entrada la tarde, estaba en una de las zonas más antiguas de la ciudad y su estilo colonial te invitaba a pasar nada más verla. Todos habían escuchado murmullos y rumores sobre lo que ocultaban sus paredes y las leyenda más antiguas pasadas de generación en generación decían lo mismo: bajo la librería se encontraba una guarida de brujas. Decían que antaño, en los tiempos de las brujas, el subsuelo de este edificio era el refugio de hechiceros y personas mágicas. Y Lily, la alegre anciana que llevaba el local, tampoco negaba esos rumores, como mucho, los alimentaba. Pero así era Lily; nadie sabía cuando había llegado, solo que todavía no se había ido.

—¡Dante, cariño, hay más cajas en el cuartillo! —me gritó Lily desde el mostrador, sacándome de mis pensamientos.

—¡Ya voy! —le respondí, pasando por su lado.

Lily podía ser una mujer mayor, pero era fuerte y vivaz. Lo que más me llamaba la atención era su extraño cabello, rojo fuego, como si la vejez no lo tocara.

Suspiré y me dirigí al cuartillo. Agarré una de las cajas, demasiado pesada, que se me resbaló irremediablemente. Se me cayeron todos los libros y maldije entre dientes, escuchando a Lily riendo al otro lado, probablemente de mí. Al recoger uno, me encontré con una entrada. Tiré de la argolla y levanté la tapa que me conducía a unas escaleras de caracol. Bajé sin dudar, ansiando saber si Lily era una asesina en serie o algo así. Sobre todo porque no sabía qué teníamos sótano. Pero lo que me encontré fue aún más fascinante. Una inmensa habitación, excavada en la roca y repleta de estantes con libros relacionados con la magia, sillones y hamacas. En medio, partiendo la sala en dos, la orilla de un lago de brillantes aguas me daba la bienvenida. Un paraíso para cualquier amante de los sitios bonitos.

Me dirigí al lago, maravillado por toda esta gran cantidad de agua necesitada.

—¿Qué, chaval? —me sobresalte al oír una voz a mis espaldas. Volteé a ver y me encontré con la mirada esmeralda de Lily —. ¿Crees que aquí te vas a aburrir?

María Rodríguez Moreno

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