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VALOR PARA VER

escrituraupmijas

Escritora: Enola Roth

Pintora: Loubna Mellouk


Patricia escribió este relato con la intención de que un alumno de pintura realizara la obra gráfica. Aquí podéis ver el resultado de ambos trabajos de libre creación.


Desde pequeños estamos habituados a ver la vida que nace y crece a nuestro alrededor. Apreciamos como nuestro hermano pequeño crece, comprobamos como salen brotes de las semillas del huerto de mamá, como las mariposas dejan atrás su antigua piel de gusano. Vislumbramos como el cielo se escurece cada día y se llena de estrellas por unas horas hasta dejar paso a un nuevo día, un nuevo comienzo. De ese modo aprendemos desde muy jóvenes que la vida es un ciclo hermoso que está en continuo movimiento, nada permanece eterno para siempre. Todo va cambiando de forma hasta transmutar en algo distinto, algo mucho más poderoso y mejorado. Algo vivo. Nos enseñan desde bien pequeñitos a reconocer la vida y a estudiar sus continuos cambios, sin embargo, olvidan explicarnos una parte primordial de esta: la ausencia de la misma. ¿Qué pasa cuando ya no hay más camino que recorrer? ¿Qué pasa cuando has pasado por todos los cambios que había disponibles? Por mucho que se esfuercen en enseñarnos que la vida es un camino largo y ancho repleto de aventuras y misterios por resolver, como todo camino llega a su fin. Desgraciadamente nunca nos preparan bien para ello. Percibimos continuamente la vida a nuestro alrededor porque verla nos llena, nos nutre y nos alimenta el alma, pero evitamos a toda costa mirar a la muerte a la cara. Tememos que al contemplarla nos consuma a nosotros también, nos desagrada verla y mucho más asumir que existe porque somos tan cobardes que creemos que si la ignoramos esta desaparecerá.

Sin embargo, hay veces que no puedes obviarla, la muerte es una parte de la vida y si quieres vivirla, alguna vez debes cruzarte con ella, es el precio que debes pagar. Cuando no te quedan cartas que jugar, te armas de valor y encaras tu destino, levantas la cabeza y la presencias con ojos vidriosos. Te das cuenta entonces de lo difícil que es mantenerle la mirada a algo tan poderoso y tan abstracto. Si observar la vida nos hace replantearnos las cosas, la muerte nos pone patas arriba todo aquello en lo que creíamos. Por muy grandes que seamos, nos damos cuenta de lo minúsculos que parecemos ante esa fuerza que es capaz de apoderarse del más duro, por más listos que nos creamos, la muerte tumba al más astuto.

La tristeza nos inunda el alma cada vez que pensamos que un ser ha llegado al final de su camino. Nos apenan los finales, es por eso que nunca queremos aceptar que todo lo que empieza debe acabar, incluso algún día el nuestro. Los sentimientos nos inundan la razón, lo pasamos tan mal, nos consumimos tanto en nuestra propia melancolía que no somos capaces de verle el lado positivo a todo ello ¿Cómo algo tan malo como la muerte puede ser positivo?

La muerte te hace crecer, te proporciona humildad, te obliga a ser valiente. Acaba enseñándote más que la propia vida ya que siempre tenemos la mala costumbre de valorar aquello de lo que ya no podemos disfrutar. El fin no es más que el inicio de algo nuevo. No dista demasiado de cuando la noche da paso al día o el gusano cambia a mariposa. La muerte no es más que el paso de una página a otra de un libro que somos nosotros mismos, no el capítulo final de este. La ciencia dice que la materia ni se crea ni se destruye solo se transforma ¿Por qué no pueden nuestros caminos hacer lo mismo?

Quizás, después de todo, la muerte no sea tan mala como la hemos pintado a lo largo de los siglos, claro que para verla como lo que es primero hay que tener valor para mirarla.



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