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CARACOLES EN CALDILLO

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Era un día soleado y yo estaba en la orilla de un río donde había juncos, matorrales y mucha arboleda. Las aguas serenas y el silencio del campo eran interrumpidos por el croar de las ranas, el trinar de los jilgueros y el zumbido de las chicharras.

Todo estaba lleno de caracoles de varios tamaños y con solo poner un cubo debajo de los tarajes, iban cayendo cada uno al sitio de su medida. Llené cestas y cestas, y me preguntaba qué iba a hacer con tanto caracol

De pronto, me desperté y sentí un gran alivio, ¡qué bien, todo había sido un sueño! Pero al espabilarme vi por todas partes cestas llenas de caracoles que lentamente se deslizaban, saliendo de las canastas y dejando estelas plateadas por donde pasaban. Me di prisa y con telas y cuerdas hice tapaderas.

No sabía qué hacer con tanto molusco. Pero yo había oído decir que en Riogordo hay una celebración gastronómica de caracoles: una receta típica del pueblo que se cocina con diferentes especies. Llamé al Ayuntamiento y expliqué que quería donar unos quinientos kilos de caracoles, de excelente calidad.

El último domingo de mayo, en el polideportivo de Riogordo, tomé mis caracoles en caldillo. ¡Buenísimos!


Josefina Chacón

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