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LA ESTAMPITA

escrituraupmijas

—Ya hemos llegado —comentó Deva.

Mientras, Gabriela la miraba exhausta, y jadeando, le dijo:

—Ya era hora, ¡vaya caminata hay del pueblo a este cerro!

—Venga, si solo ha sido un paseo.

Deva se acercó a Gabriela, le sonrió y la besó:

—¿Tú no querías conocer más de mí? Pues siéntate, te voy a contar.

Las dos chicas se sentaron en el suelo, apoyando sus espaldas en la pared blanca de la ermita, se dieron la mano y Deva comenzó a hablar.

—Bueno, por si no lo recuerdas, este pueblo se llama Vélez-Málaga… —bromeó.

—¡Deva!

—¡Perdón! —Rio—. Ahora enserio. Esta es la ermita de la Virgen de los Remedios, esa de la que siempre te hablo. Tengo muchos recuerdos, aquí venía a jugar con mis amigas.

—¡Hola, Deva!, ¡cuánto tiempo! —interrumpió en ese momento un hombre de pelo canoso y aspecto delgado—. ¿Qué haces por aquí?

—¡Tito!, he venido con Gabriela a enseñarle el pueblo.

Gabriela y el hombre se saludaron.

—Pues yo iba a dar una vuelta, pero ya que estamos… ¿tenéis prisa? ¿queréis que os cuente una leyenda que se ubica justo aquí, en esta ermita?

—¡Pues claro! —exclamaron las dos, entusiasmadas.

—Se dice que un pastor, hace años, encontró una imagen de la Virgen en el cerro en el que ahora mismo nos encontramos. Pero equivocó la sagrada imagen con una muñeca, con lo cual, la cogió para regalársela a su hija. Durante el trayecto a casa, el pastor perdió la muñeca y días más tarde volvió a encontrarla. ¡Pero ojo! Estaba justo en el mismo lugar donde la halló.

Mientras contaba esto, el hombre movía sus brazos con énfasis.

—¿En serio? ¿Cómo es eso posible?

—Esperad, porque ahora viene la parte más interesante, chicas —El hombre continuó hablando—. Se ve que varias veces intentó llevarse la muñeca a casa y en todas esas veces pasó lo mismo: la muñeca volvía a aparecer en el lugar donde la encontró por primera vez.

—Qué mal rollo me da eso…

—Yo me iría yendo de aquí... —bromeó Deva.

—La verdad que sí, da muy mal rollo. Mas luego, poco después, se consideró este hecho como algo sobrenatural y pronto se iniciaron las obras de esta ermita, que se encuentra en el lugar que la imagen nunca quiso abandonar.

Un perro comenzó a ladrar y las chicas brincaron y soltaron un agudo chillido del susto; al segundo, comenzaron a reír.

—Entre la leyenda y el perro, que más oportuno no ha podido ser, vaya susto…. Menos mal que hoy dormimos juntas porque sino… no sé cómo habría dormido —dijo Deva.

—Toda la razón —confirmó su tío—, de pequeña eras tan miedosa…


Deva, Gabriela y su tío continuaron hablando sobre anécdotas e historias cuando, de repente, un papel que daba vueltas por el suelo al son del aire les llamó la atención. Los tres se levantaron y Gabriela corrió detrás de este. Mientras giraba se podía apreciar en él una fotografía… El papel paró, justo al lado de unas rosas de color blanco. El tío de Deva se quedó paralizado.

La imagen era aquella de la Virgen de la que antes hablaba y el lugar donde había flores y paró la foto, el lugar donde el pastor siempre encontraba la muñeca. Al fin y al cabo, puede que eso que dicen de siempre se vuelve al lugar donde uno fue feliz, sea cierto.


Elena Wals Pérez


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