Por primera vez la puerta de su habitación estaba cerrada. Solo habían pasado unos años desde que empezó el cambio. Ella siempre había vivido para los demás, pensando que esa era su función. Una tarea que llevaba anexada a su espalda, impuesta por el patriarcado. Su deber, cuidar a todos sin principio o final. Además, la carga laboral: trabajo fuera, trabajo en casa. Considerada por la sociedad como Super Woman. Debía estar siempre guapa, agradecida y feliz. No podía imaginar que un día su cuerpo le daría toques de atención. Su estómago se quejó, sus piernas se hincharon y sus ojos se entristecieron:
—¿Qué me pasa? —se preguntó.
Ninguna respuesta, solo un suspiro profundo que le alivió el corazón. Su caparazón había perdido las luces que le hacían brillar y su luz se apagó paulatinamente. Buscó un lugar en lo más profundo dónde perderse y se perdió.
Un día sin saber por qué, observando los armarios de la cocina con una taza llena de tila, se le ocurrió una gran idea. Se apuntó a clases de yoga, aunque al principio le costaba conectar con sus compañeros, poco a poco fue renaciendo y floreció. Los ejercicios le ayudaron a estar mejor físicamente y con esa mejoría, su mente también se agilizó.
Un día decidió salir de viaje sin rumbo fijo, con el corazón a cien por la emoción, algo de miedo y llena de ilusión. Se perdió por tierras lejanas, dejando atrás sus obligaciones familiares y trabajo.
Tras el viaje y para ahorrar dinero, decidió camperizar su furgoneta. Se lanzó a la aventura. Su fin era sanar su interior. Con cada amanecer junto a un río, un valle o una playa, su cuerpo respondía con emoción. Su mente era cada día más equilibrada.
Aprendió a quererse e incluyó el no en sus respuestas. No se hizo reproches, no esperó la aprobación de los demás. Eligió vivir su propia vida, se aceptó. En solo dos años su vida había dado un gran giro.
Ahora cree estar en su mejor momento. Entre viaje y viaje, visita a sus familiares, con una sonrisa profunda y una grata conversación. Les cuenta hazañas como si de una película se tratara; ella siempre es la protagonista. Ahora es la reina de su reinado y está pensando en vivir en otro país. Ha contactado para alquilar una habitación. No le preocupa el espacio, solo tiene ansias por conocer nuevas culturas y costumbres. Está muy orgullosa de todas las decisiones que la ha llevado a ser libre.
Ahora cree y crea.
Jazmín-Pilar Núñez
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